lunes, 17 de marzo de 2014

La nueva "Cosmos": Para ese viaje no se necesitaban alforjas


Con un poco de retraso, debo reconocerlo, he visto el primer episodio de la nueva versión de Cosmos, la célebre serie de Carl Sagan. Y me ha decepcionado. Por muchas razones.



Vayamos por partes. El episodio se divide en cinco bloques: una introducción, un viaje desde la Tierra hasta los confines del Universo, una historia sobre Giordano Bruno, una analogía en la que se comprime la historia del Universo en un año, y un epílogo. Pues bien, de los cinco bloques, tres están calcados del primer episodio de la serie original de Sagan. ¿Pero no se trataba de una continuación?

La introducción es prácticamente la misma que hizo Sagan en su serie. No solo porque está rodada en el mismo escenario, sino porque repite palabra por palabra frases de la serie original. Hay quien llamará a esto homenaje. Yo lo llamo plagio.

El segundo bloque muestra la inmensidad del espacio. Aquí han sido un poquito más originales que en la introducción, y han cambiado el sentido del viaje. Mientras que Sagan viajaba desde los confines del Universo hasta la Tierra, en la nueva serie lo hacen al revés, desde la Tierra hasta los límites del Universo conocido... y un poco más allá. Hay varias cosas en esta parte que no me han gustado. Lo primero es simplemente una apreciación estética personal: Me gustaba mucho más la nave espacial de Sagan, un vilano, que la nueva, que parece sacada de Star Wars. Y en el interior, por las poses que asume, se diría que el presentador se cree el comandante Kirk al mando de la Enterprise de Star Trek. Pero esto, como decía, es solo una cuestión de gusto. Hay cosas peores. La primera, en la frente: ¡la nave espacial hace ruido! Se mueve por el vacío del espacio y, sin embargo, escuchamos el sonido de sus propulsores. Si esto ya es criticable en una película de ficción, en un documental de ciencia es simplemente inaceptable. Luego tenemos el cruce del cinturón de asteroides. La nave pasa entre varias enormes rocas, cual Halcón Milenario esquivando asteroides en El imperio contraataca. Pero sabemos desde hace décadas que el cinturón de asteroides no es así. Las distancias entre asteroides de tamaño apreciable se miden en miles o millones de kilómetros; el cinturón de asteroides está prácticamente vacío. Aunque debemos decir en su descargo que el Cosmos original de Sagan no lo hizo mejor... en ese punto, porque en el resto del viaje, le da mil vueltas. Mientras la nueva versión pasa a la carrera sin dar más información que el nombre de los lugares por donde va pasando, como en un mal circuito turístico, Sagan aprovecha el tiempo para ofrecer algún detalle relevante, interesante, sorprendente sobre esos mismos lugares. El único punto en el que se detiene la nueva serie es en el final, donde da el salto de nuestro Universo al multiverso como si fuera algo realmente establecido y aceptado por la ciencia actual, cuando en realidad no es más que una teoría sin ningún fundamento experimental. Y redondea la faena hablando de "universos dentro de universos" mientras las imágenes de síntesis que muestran una especie de espuma formada por "universos-burbuja" se funden con una catarata. ¿Está insinuando que las gotas de agua, o los átomos, o las partículas subatómicas, contienen universos en su interior? Porque esa es la idea que a mí me sugerían las imágenes. Y eso sí que es una barbaridad sin ninguna base científica.

El tercer bloque, la historia sobre Giordano Bruno, es la parte más original del episodio. Y también la que se ha llevado más palos. Como muy bien ha explicado en su blog Francisco R. Villatoro, no se sabe muy bien qué pinta Giordano Bruno en el nuevo "Cosmos". No voy a repetir aquí sus argumentos para no alargarme. Pero añadiré que estoy un poco cansado de cierto tipo de ateísmo militante, muy presente en el mundo de la divulgación científica, que parece adherirse al viejo "contra Franco vivíamos mejor" o, en este caso, a "contra la Inquisición vivíamos mejor". Ni la Iglesia de aquella época era la de hoy, ni la ciencia tampoco. ¿Qué sentido tiene dedicar casi la mitad de un programa de divulgación científica a un enfrentamiento superado hace tiempo, con todo lo que la ciencia tiene para contar? Y encima con el personaje equivocado, porque Giordano Bruno ni era científico, ni fue condenado por sus ideas científicas. Por no hablar de la cutrez de los dibujos animados que utilizan para contar la historia, indignos de una superproducción de primer orden como se supone que es esta. Claro que los efectos especiales a lo largo de todo el episodio tampoco me han parecido ninguna maravilla; por ejemplo, el Tiktaalik que sale del agua a los pies del presentador en otro momento del episodio es simplemente patético. En esta sección hay también un defecto de traducción que, aunque no llega a ser un error, me pone la mosca detrás de la oreja. Afirma que Giordano Bruno era un fraile dominicano. En inglés, "Dominican" significa tanto "natural de la República Dominicana" como "perteneciente a la orden de Santo Domingo". Bruno era lo segundo, evidentemente. No se trata de un error, porque también en español la palabra "dominicano" tiene ambos significados, pero habría sido muy fácil eliminar la ambigüedad, porque nosotros tenemos también la palabra "dominico", que sólo se refiere al fraile (además de a un tipo de plátano y a un pájaro, pero estas otras acepciones no vienen al caso).

Pasemos al cuarto bloque, una explicación de la evolución del Universo comprimiendo todo el tiempo de su historia en un año. Exactamente lo mismo que hizo Sagan en su momento. Hasta los gráficos son idénticos. Sí, en la nueva versión se dan algunas fechas con más precisión, no en vano hemos avanzado en el conocimiento de la historia del Universo en las últimas décadas. Pero en esencia es lo mismo. En esta parte, la nueva serie nos cuenta que, en los orígenes del Sistema Solar, hubo un choque entre dos asteroides que desvió ligeramente a uno de ellos, el mismo que, millones de años más tarde, chocó contra la Tierra y provocó la extinción de los dinosaurios. Si los asteroides no hubieran chocado, nos dicen, el choque contra la Tierra no se hubiera producido, los dinosaurios no se habrían extinguido y nosotros no estaríamos aquí. Y lo cuenta así, como si ese choque primigenio fuera un hecho contrastado, como si supiéramos exactamente cuándo y dónde sucedió cada choque entre asteroides desde los orígenes del Sistema Solar hasta hoy. Que no lo sabemos, ni lo podremos saber jamás. ¿Que hubo choques entre asteroides? Sí. ¿Que el choque que provocó la extinción de los dinosaurios pudo muy bien no haber ocurrido? También. Pero no hace falta inventarse esas historias peliculeras para mostrarlo. Eso no es ciencia. Es ficción. (A propósito, los dinosaurios no se extinguieron, siguen entre nosotros en forma de aves.)

Y terminamos con el epílogo, en el que el presentador presume de que una vez conoció a Carl Sagan, y éste le dedicó un libro. Será para justificar el saqueo que ha hecho de su obra. En algunos medios de comunicación españoles, al presentar la nueva serie "Cosmos" se ha afirmado que su presentador, Neil deGrasse Tyson, es discípulo de Sagan. Nada más lejos de la realidad. Al contrario, según su biografía en la Wikipedia, aunque Sagan trató de reclutarlo para que estudiara con él en la Universidad de Cornell (supongo que se trata del encuentro que se narra en el documental), Tyson prefirió estudiar en Harvard y jamás trabajó con Sagan. Que no me venga ahora con el recurso a la lágrima fácil.

Bueno, creo que ha quedado claro que la nueva serie "Cosmos" no me ha gustado. Así es. Pero más allá de los motivos que he dado, hay dos razones fundamentales por las que no voy a seguir viéndola. En primer lugar, porque rebaja el nivel de la serie original. Yo no soy mucho de documentales, soy más de leer, porque me parece que la mayor parte de los documentales se dedican a marear la perdiz, cuentan demasiado poco en todo el tiempo del que disponen. Y esta nueva serie también es así. Me parece muy flojita. Baste como ejemplo el viaje del segundo bloque. Sagan, en la serie original, lo aprovechó para comunicar mucha más información que la que presenta la nueva serie, que se queda muy corta. Pero bueno, qué se podía esperar: La primera serie fue producida por PBS, y la nueva es de la FOX...

La segunda razón, quizá la más importante, es que esta nueva serie es un ejemplo más de necrofagia cultural, esa que, como ya he dicho, pretende hacer pasar los plagios por homenajes y afirma, para justificar sus tropelías, que su objetivo es "presentar a las nuevas generaciones la obra del maestro". Parece que esta necrofagia, cada vez más común en el mundo del cine, con absurdos e innecesarios "remakes", llega ahora a la divulgación científica. ¿Para qué rehacer una serie que ya está hecha (y encima hacerla peor), es que se han perdido las grabaciones de la serie original? Porque yo puedo indicarles dónde encontrarlas en Youtube, si hace falta...

No hay comentarios:

Publicar un comentario