viernes, 1 de febrero de 2013

Viaje al centro de la Tierra (o casi)

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Criptograma que aparece en Viaje al centro de la Tierra, de Julio Verne

"In Sneffels Yoculis craterem kem delibat umbra Scartaris Julii intra calendas descende, audas* viator, et terrestre centrum attinges. Kod feci. Arne Saknussem."

La mina de Mponeng, en el nordeste de Sudáfrica, cerca de Johannesburgo, es una de las más profundas del mundo. Se tarda más de una hora en llegar desde la superficie hasta el fondo de la mina, a más de tres kilómetros de profundidad. Allí abajo, la temperatura de la roca alcanza los 60º Celsius; a esa temperatura es imposible para un ser humano sobrevivir mucho tiempo, no digamos trabajar; para poder explotar la mina, el aire de las galerías se refrigera con hielo líquido, una suspensión de microcristales de hielo en una mezcla de agua con anticongelante. Aun así, la temperatura en el interior de la mina ronda los 30º Celsius.

Mponeng, el nombre de la mina, significa en la lengua local "Mírame", y lo tiene bien merecido, porque hay algo en esa mina que es digno de ver; la mina alberga un tesoro. No porque sea una mina de oro, y una de las más productivas del mundo por añadidura, con una riqueza de ocho gramos de oro por tonelada de mena; no. El tesoro que alberga es mucho más valioso, es único en el mundo.

En 2008, un grupo de científicos del Lawrence Berkeley National Laboratory (EE.UU.) analizó muestras de agua extraídas del fondo de la mina en busca de vida. Los investigadores esperaban encontrar una comunidad en la que diversas especies de microorganismos dependían unas de otras para sobrevivir. Pero no fue eso lo que hallaron. El análisis genético indicaba que en las profundidades de la mina de Mponeng habita una sola especie de bacteria, en lo que constituye hasta ahora el único ecosistema conocido formado exclusivamente por una especie.

Colonia de Desulforudis audaxviator (NASA, 2008)
La bacteria de Mponeng es un bacilo; tiene forma alargada, y mide unas cuatro micras de longitud. Es una bacteria anaerobia Gram-positiva reductora del azufre. Sus descubridores la bautizaron con el nombre de Desulforudis audaxviator; el nombre específico, audaxviator, es un homenaje a la novela Viaje al centro de la Tierra, de Julio Verne. Las palabras audax viator, que significan viajero audaz, forman parte del texto cifrado que lleva a los protagonistas a emprender su viaje. Estrictamente, el nombre de la bacteria es "Candidatus Desulforudis audaxviator". Según el Código Internacional de Nomenclatura de Bacterias, para que el nombre de una nueva especie de bacteria sea válido, ésta debe aislarse, cultivarse, describirse y depositarse en una colección de cultivos bacteriológicos. Pero hay bacterias, como Desulforudis audaxviator, que no se pueden cultivar, debido a sus extremas condiciones de vida. En esos casos, se antepone el término Candidatus al nombre científico de la bacteria.

El análisis del agua en la que vive indica que Desulforudis ha sobrevivido en completo aislamiento durante millones de años, alejada de la luz del Sol, del oxígeno y del contacto con cualquier otra especie. Puede subsistir alimentándose exclusivamente de materia inorgánica, aunque a veces recicla la materia orgánica procedente de congéneres muertos. Obtiene el hidrógeno que necesita de la descomposición del agua producida por la desintegración radiactiva del uranio, el torio y el potasio presentes en las rocas. Esa radiactividad genera además iones sulfato que la bacteria utiliza como fuente de energía. Desulforudis también es capaz de extraer carbono del dióxido de carbono disuelto en el agua y de fijar el nitrógeno a partir de otros compuestos minerales. Vive, como ya hemos dicho, a una temperatura de unos 60º Celsius, y en un pH muy elevado, de 9,3. Su genoma es muy grande, lo que le permite producir todos los aminoácidos necesarios para su metabolismo. Es un metabolismo es muy lento, y se calcula que una población de esta especie tarda cientos o incluso miles de años en duplicar su población. Cuando las condiciones ambientales se vuelven desfavorables, más desfavorables de lo que habitualmente son, Desulforudis se enquista para protegerse del calor, del pH extremo o de la ausencia de agua.

Se ha hablado mucho, a propósito de Desulforudis, de su posible semejanza con los seres vivos que habitaron en la Tierra primitiva, cuando aún no había oxígeno en la atmósfera, y de la posibilidad de que existan organismos parecidos en otros lugares del Sistema Solar, donde las condiciones son también extremas, como el subsuelo de Marte o los satélites de Júpiter o Saturno. Respecto de lo primero, dudo mucho que los primeros organismos de la Tierra fueran tan complejos como Desulforudis, sobre todo teniendo en cuenta que se cree que esta bacteria ha recibido parte de su genoma, mediante transferencia horizontal, de otra especie, posiblemente una arquea. Sospecho que los primeros seres vivos que habitaron en la Tierra eran mucho más simples, y vivían en un ambiente con una química mucho más rica que la del agua de la mina de Mponeng, que les proporcionaba con facilidad muchas de las sustancias orgánicas que necesitaban, y que Desulforudis debe sintetizar por sí misma.

En cuanto a la vida extraterrestre, es cierto que el descubrimiento amplía el abanico de lugares en los que podemos buscar vida, pero mientras no sepamos cuales son las condiciones necesarias para que surja la vida en primer lugar, estamos dando palos de ciego. De nada sirve que un planeta reúna las condiciones en las que en la actualidad pueden vivir determinados organismos terrestres, si no cumple ni nunca en su historia ha cumplido las necesarias para que aparezca la vida. A no ser que confiemos en la panspermia, la hipótesis que afirma que la vida se originó en el espacio exterior y fue sembrada en la Tierra (y probablemente en otros lugares) transportada por cometas.

"Desciende en el cráter de Yóculo del Sneffels que la sombra del Scartaris llega a acariciar antes de las calendas de julio, audaz viajero, y llegarás al centro de la Tierra. Como he llegado yo."

* Sí, el texto original de Julio Verne dice "audas" en lugar de la forma correcta "audax". No porque Verne no supiera latín, sino porque, como él mismo indica en la novela, el mensaje está escrito en el mal latín de un alquimista del siglo XVI.

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